miércoles, 18 de marzo de 2015

Apología de la soledad y el silencio


La soledad es eso sin lo que nada se hace.
Marguerite Duras

Allí, en ese lugar solo, abandonado de los otros, es donde verdaderamente somos, sin tener que responder a banalidades con banalidades. Allí donde vivimos cuando escribimos. Allí en la soledad y el silencio estamos desnudos y somos libres y salvajes como nunca podemos serlo en compañía de los demás. La soledad es el  tesoro, el secreto. El silencio es permitirse movilidad, no atarse a los tótems de lo declarado con anterioridad. No se dice nada, no hay compromiso y se puede cambiar el camino sin la molestia de tener que explicarse ante aquellos que creen que nos poseen porque han sabido de alguna vuelta momentánea y caprichosa. No: no pueden poseernos por tenernos por un momento. No hay eternidad. La única verdadera pertenencia es a la soledad, la única fidelidad posible. En la soledad y el silencio se encuentra todo aquello que es humano y eterno, lo único que puede trascender, sobrevolar la vida. Nada que no esté incluído en ellos sobrevivirá, no importa su inmensidad o intensidad o el apego que nos una a ello: todo desaparecerá menos la soledad y el silencio. Ambos ganarán la batalla por sobre todas las cosas porque son hermanos de la muerte.

Geraldina Méndez


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