viernes, 4 de abril de 2014

Метаморфоза


Наша страна никогда не будет такой же как и была и не будем мы на неё одинаково смотреть. Теперь мы знаем o чём идёт речь, точно знаем. Время течёт, a ужасные события остановятся меньше подданным разным интерпретациям, а являются более повседневными фактами которых нужно как-то понять. Надо же иметь хорошую пару глаз чтобы каждый день посмотреть на метаморфозу звери, что корчит от боли, в которую наша страна превратилась последнее время. 

Невидимый забор медленно закрывается вокруг нас. Музыка не может не измениться, ни слова, ни поющий голос. Нужно цепляться к свету но посмотреть прямо в темноту. Страна горит по венам.

А всё таки жизнь как-то продолжается. Всё таки, пока выживем, жизнь настаивает. Жить, даже уменьшённой жизнью -это тоже восстание.


Геральдина Мэндес


Metamorphosis


Our country will never be the same under the sun and neither our gaze. Now we know the truth, with certainty we do know it. As time passes by, the events have turned less a matter of interpretation and more a catching up with reality. Those events have given us new eyes for facing the metamorphosis of the writhing in pain animal which our country has become day by day.

A fence is increasingly narrowing around us and our lives. Music can’t ever be the same, neither the words, or the singing voice.  We have to hold onto light but looking directly to the darkness. The country burns in our veins.

And yet, there’s a life out there. Yet, while surviving, life insists. Continue living, even a reduced life, is also resistance. 



Geraldina Méndez


(Translated by G.Méndez & Verónica Galicia)


Entre palabras, verdades y caos


La distancia entre la palabra y la realidad detrás de ella es un camino con muchos desvíos. Sobre cualquier idea existen dos polos opuestos y todos los tonos de gris entre ellos, lo cual hace prácticamente imposible poder declarar algo como “la verdad”. Cualquier intento al respecto peca de ingenuo. Si a esto sumamos todas las interpretaciones posibles a las palabras que describen estas ideas tenemos delante de los ojos un panorama al menos vertiginoso.

A las palabras verdaderamente no se las lleva el viento. Una vez fuera, pronunciadas, escritas, son leídas, oídas, y ese eco afecta vidas humanas. Así, pueden salvar o prestarse a cazas de brujas. Las palabras no son inocentes.

Cuando la agresión impera por largo tiempo uno puede terminar acostumbrándose a ella. Habría que dar un par de pasos atrás y darse cuenta de que todo podría ser dicho de otra forma, de que siempre hay algo detrás de lo que se dice, y no es precisamente la verdad sino la intención. La intención da direccionalidad a la palabra, como el arco impulsa la flecha. Una vez tal flecha abandona el arco, se abre la caja de Pandora. Nadie tiene la medida de la distancia, del impacto en el blanco, del posible pero casi seguro daño, pues nadie conoce las condiciones del otro, nadie realmente puede caminar en zapatos ajenos.

Todos tienen derecho al silencio. Nadie puede obligar a otro a pronunciarse. Nadie tiene derecho a acusar y señalar a quien en público no se pronuncie, pues no sabe qué puede estar aportando en privado. Esas purgas empeoran todo el panorama, enrarecen el ambiente y lo hacen aún más irrespirable. El silencio es un derecho humano.

Y ya no hay silencio. Este es un carnaval al revés: todos se quitan las máscaras y muchos escupen en las caras desnudas de los otros.

La desesperación es un lujo que no podemos permitirnos, porque estamos demasiado ocupados en sobrevivir.



Geraldina Méndez


jueves, 3 de abril de 2014

La metamorfosis


Nuestro país nunca será el mismo bajo el sol porque nuestra mirada ya no puede ser la misma. Ahora sabemos, con certeza sabemos. Cada vez es menos una interpretación y más un ponerse al día, tener ojos para enfrentar día a día la metamorfosis del animal retorcido de dolor en que se ha convertido.

Sobre nosotros y nuestras vidas se cierne un cerco que cada vez se estrecha más y más. La música no puede ser la misma, las letras no pueden ser las mismas, la voz no puede ser la misma. Hay que aferrarse a la luz pero mirar de frente a la oscuridad. El país quema en la sangre.

Y aún así, hay una vida allá afuera. Aún así, mientras sobrevivamos, la vida insiste. Seguir viviendo, aún una vida reducida, también es resistencia.


Geraldina Méndez